Como contaba la obra de Frenando Fernán Gómez «Las bicicletas son para el verano», estos vehículos de dos ruedas representan el juego y la diversión de disfrutar con los amigos al aire libre, pero también son un símbolo de independencia y de libertad. Tras el confinamiento provocado por la pandemia del Covid-19, las formas de movilidad individual están cobrando cada vez más protagonismo, no sólo porque minimizan el riesgo de contagio, sino porque además son un medio de transporte económico y que protege al medio ambiente.
Existe multitud de modelos según las necesidades de cada uno. De ciudad para los urbanitas que quieran desplazarse de forma cómoda y ecológica, de carretera o de montaña para los más deportistas, plegables para los que tengan poco espacio en casa o eléctricas para los que quieran ahorrarse esfuerzos al subir una cuesta. Sin embargo, lo importante, además de que la bicicleta se encuentre en perfecto estado, es que cuente con un seguro adecuado que nos proteja en caso de tener un imprevisto desagradable.
Cuando nos desplazamos en bicicleta, los riesgos más frecuentes suelen ser las caídas y los atropellos en vías públicas. Una caída tonta puede acabar en esguince y si esa caída se produce en mitad de la calzada, la situación puede complicarse bastante. Todos los años hay que lamentar accidentes que podrían haberse evitado, pero en el caso de que no sea posible, para eso están los seguros. Para protegernos cuando más lo necesitamos, y para eso, lo mejor es consultar dudas con nuestro corredor de confianza.
Las coberturas más habituales para los seguros de bicicleta son las de responsabilidad civil, que protegen al ciclista en caso de causar daños a terceros, la de daños y robos, la de asistencia fuera de casa, la que cubre los gastos médicos derivados de un accidente o caída y la defensa jurídica, en el caso de que el accidente derive en un juicio porque las partes implicadas no han llegado a un acuerdo.
Red Aunna
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